13 jun 2008

¿¿DESCHAVETADA??



Ante unos 600 estudiantes, y a sabiendas de que la estaban filmando, la senadora Piedad Córdoba hizo lo que nadie se atrevería a hacer en este país: elogiar al colombiano más odiado e insultar al más popular. En un discurso con vibrato de plaza pública exaltó a 'Tirofijo' y, a renglón seguido, se le fue a la yugular al presidente Uribe, tildándolo de jefe del paramilitarismo. Un acto casi suicida en una sociedad donde la inmensa mayoría ve a 'Tirofijo' como la encarnación del mal y al presidente Uribe como un mesías.No es gratuito que Piedad sea hoy, dentro de la legalidad, el personaje público que más rechazo genera entre los colombianos. Para muchos, ya cruzó la raya. No sólo por la beligerancia verbal de su micrófono, sino por los correos electrónicos que intercambió con la cúpula de las Farc y que hoy la tienen en la picota pública.
A Piedad la han acusado públicamente de todo: traición a la patria, apología del delito, rebelión, sedición, etcétera. Muchos no entienden cómo algunos de los 'para-políticos' están en la cárcel por reunirse con jefes paramilitares, y la senadora Piedad Córdoba -que se reunió con un jefe de las Farc como Raúl Reyes- está pavoneándose por los auditorios echándole pétalos de rosa a la muerte de 'Tirofijo', cuando su sombra ha dejado una estela de sangre y sufrimiento que todavía baña gran parte del territorio.La respuesta es menos evidente de lo que parece. En primer lugar, es claro que sus salidas en público han sido desatinadas e irresponsables. Por ejemplo, cuando habló en un foro en México en marzo de 2007 pidiéndoles a los gobiernos latinoamericanos romper relaciones con Colombia, o cuando aplaudía a Chávez en un discurso en Nicaragua mientras se despachaba contra el país, o cuando hizo lobby contra el TLC en Washington, tildando a Uribe de paramilitar.Son actos que merecen ser condenados, que mancillan la dignidad nacional, y que, con razón, enfurecen a la mayoría de los colombianos. Pero sus opiniones no son un delito. Piedad, como todos los ciudadanos, es libre de pensar, opinar y decir lo que quiera. Y, con la investidura de congresista, no pierde ese derecho. Si ella quiere seguir insultando al Presidente, criticando el establecimiento, elogiando a Chávez o coqueteando ideológicamente con las Farc, podrá seguir haciéndolo sin que por ello le tengan que dictar orden de captura. Porque en el derecho a la libertad de expresión y opinión radica uno de los pilares fundamentales de la democracia. Y más aun si esa opinión no le agrada a la mayoría. Que Piedad vocifere aleluyas a la guerrilla o diga cosas que muchos no quieren oír no la convierte en una delincuente, sino en una disidente. Más enredada es su situación con los correos electrónicos, cuyos alcances hay que dividirlos en tres paquetes. El primero es el de los mensajes amistosos. En este paquete, que son la mayoría, hay muchos correos cuyo tono es muy familiar con las Farc y donde se palpa una clara empatía con el ideario revolucionario de la guerrilla. Por ejemplo, en una carta del 27 de octubre, ella le dice a Reyes que "yo soy PATRIA O MUERTE - VENCEREMOS (la frase de combate que utiliza las Farc)".
Aunque su lectura pueda irritar, hay que entender estos mensajes en su contexto. Piedad había sido nombrada por el gobierno mediadora para el intercambio humanitario y es apenas lógico que, para granjearse la confianza de las Farc, tenga que utilizar un lenguaje amistoso y complaciente. Nadie que quiera entrar a mediar algo con las Farc puede entrar pateando la puerta. Desde esa óptica táctica para la negociación, se puede entender su 'entrega epistolar' a la causa revolucionaria. Como también se entiende su reunión con Raúl Reyes en la selva. Era la mediadora oficial para liberar a los secuestrados y estaba autorizaba por el gobierno. En esa circunstancia, clara y conocida, es perfectamente natural que haya reuniones con la cúpula de las Farc. Cosa muy distinta a las reuniones clandestinas de los políticos con los jefes paramilitares donde pactaron acuerdos que los beneficiaron electoralmente. Por eso están en la cárcel.

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